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"Iconografías Enmendadas" es una colección de pinturas, dibujos, aguafuertes, grabados en tela, grabados en madera y ensamblados que comenzó en 1996 y prosigue en la actualidad. Brotó de mi búsqueda de la fe personal y la ulterior exploración y discusión acerca de las representaciones visuales que la humanidad ha creado en su tentativa de manifestar la fe. Algunas de estas representaciones, como el pez empleado por los primeros cristianos, fueron creadas como símbolos clandestinos, como forma de identificación entre los miembros perseguidos de una creencia.

Otras representaciones nacieron como puros actos de veneración, como la imagen de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, la Santa Muerte de los Indios Mayas, las representaciones de sus Dioses por los Griegos, los Romanos, los Egipcios, los Asiro-Babilonios, los Celtas, los Escandinavos, los Finlandeses, los Africanos, y todos los pueblos de la Tierra desde los tiempos del Paleolítico hasta la actualidad. No hay raza, tribu, grupo humano que no haya generado el arte como acto de adoración, de expresión de fe.

El hilo que, a la vez, une y separa estas representaciones, es la influencia ejercida por la cultura. Antiquísimos escritos de diferentes sociedades y civilizaciones ponen al descubierto Dioses y Diosas que existieron a lo largo de innumerables culturas, reconocibles como idénticos por sus características comunes, poderes comunes en asuntos humanos, y tabúes comunes. Sin embargo, estos Dioses y Diosas obviamente idénticos parecen muy diferentes en las representaciones de las distintas culturas, por la influencia de las percepciones culturales de belleza y poder.

No obstante, a pesar de las distintas manifestaciones de la misma deidad, los mismos símbolos divinos aparecen y reaparecen, y continúan en la actualidad en modernas representaciones visuales en iglesias y templos del siglo veintiuno. Variantes del mestizaje de civilizaciones antiguas y repeticiones de símbolos son claramente perceptibles en las representaciones y la ortodoxia de las religiones universales contemporáneas .

De la misma forma que los antiguos pobladores, interpretamos a nuestros Dioses y Santos de acuerdo a nuestras normas culturales; y aunque de esta manera los alteramos, continuamos empleando los símbolos que han perdurado a lo largo de milenios. Aún así, si esto se hace notar, se levantan clamores de blasfemia e impiedad, y las conexiones e hilos comunes se niegan, de tal manera que negamos esta continuidad, que de ser aceptada, supondría una fuente inmensa de conocimiento y comprensión propios.

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Aceptamos el mestizaje cultural de la imaginería iconográfica y la simbología en sociedades que no son la nuestra, pero, cuando advertimos que nuestras propias representaciones religiosas tienen esas mismas mezclas y símbolos, hablamos sin reparos de herejía. Mi obra se centra en estos mestizajes iconográficos y en la continua evolución de las representaciones simbólicas que han existido a lo largo de nuestra historia. Por supuesto, mis propias creencias y mis dudas influyen en mi trabajo, y por ello formo parte de este fenómeno que tanto me fascina.

Por ejemplo, he pintado varios retratos de "Santa Muerte", o " Saint Death", icono omnipresente entre los Mayas de nuestros días en el sur de Méjico, disponible en estampas, pequeñas " tarjetas sagradas" de papel, en las iglesias, catedrales o pequeñas plazas públicas, que incluyen una oración a Santa Muerte en el reverso. Creo que esta imagen es la fusión de la antigua Diosa Maya de la Muerte, Quetzalcoatl, con la idea católica de Santidad traída por los primeros misioneros. Como los misioneros no permitían a los Mayas conservar sus Dioses tradicionales, los Mayas sencillamente convirtieron a Quetzalcoatl en santa. La Iglesia aún hoy pasa por alto esta conversión, como hicieron los misioneros, y los Mayas se arrodillan en la Misa y rezan a Santa Muerte para que les conceda una muerte santa y en paz.

A la vez que aceptamos semejante "exótica" conversión, difícilmente vemos que nuestras representaciones han experimentado los mismos "revestimientos" culturales de devoción. En la Iconografía Católica convencional, la imagen de la Inmaculada Concepción de la Virgen María está basada en una pintura de Murillo, artista español del siglo 16. María se muestra de pié con una luna creciente, sobre la tierra, con su halo de doce estrellas, la serpiente bajo sus pies que aplastan su cabeza, y rayos de gracia descendiendo de sus manos.

Aunque es comúnmente aceptado que las doce estrellas proceden de la visión de San Juan en el Apocalipsis, también es convenido entre los teólogos que no hay más justificación para la luna creciente sobre la que la Virgen está colocada que las antiguas creencias que equiparaban la luna con muchas Diosas a lo largo de milenios, incluidas la Diosa Virgen Diana, y la Gran Diosa Isis, cuyos cuernos dorados son sinónimo de la luna creciente, y en cuyos templos era reflejada cabalgando sobre su barca lunar.

Isis fue venerada en todo el mundo antiguo Greco-Romano-Egipcio, desde Alejandría hasta Bretaña, por las montañas Astures y los valles del Danubio, hasta el confín del Sahara. Su culto floreció en Roma hasta que fue sincréticamente asimilada por la adoración cristiana de María, que incorporó amplias características de Isis, incluyendo el viaje con su hijo a Egipto. Nuestras tan familiares representaciones de Madre e Hijo tienen su fundamento en tradiciones iconográficas similares de Isis y su hijo Horus.

La victoria de María sobre la serpiente parece tener sus orígenes en la maldición de Yahvé, descrita en el Génesis, como castigo por haber incitado a la mujer a probar los frutos del árbol prohibido. A pesar de que los escritos Hebreos originales dicen " Él machacará tu cabeza", traducciones bíblicas más modernas nos llegan del latín y dicen: " Ella aplastará tu cabeza". No obstante, el Génesis fue el último libro del Pentateuco en ser escrito, y no se formalizó hasta el siglo sexto A.C., durante el exilio Babilónico.

Incluso investigando a fondo en las religiones antiguas descubrimos que la serpiente era la más venerada y adorada de todos los animales. Fue venerada entre las tribus hebreas mucho antes de que Yahvé surgiese como el único Dios; el clan sacerdotal Hebreo, los Levitas, eran hijos de Leviatán, la gran serpiente, el sinuoso. La palabra hebrea para la serpiente divina era "Seraf", y que fue transformada en "Serafín", para significar ángel o espíritu del primer coro celestial.

Los iconos babilónicos describen a la serpiente sirviendo a las Diosas y ofreciendo el alimento de la inmortalidad a su pueblo. Para los escritores del Génesis, la serpiente encarnó a todas sus religiones rivales. Era natural que intentasen derribarla de su excelso lugar y hacerla culpable de todas las desgracias y adversidades de su pueblo.

En mi pintura, "Inmaculada Concepción", cuestiono la iconografía tradicional y, como resultado de ello, la serpiente aparece como amiga y protectora de María. No pinté a María como,"la frágil", rubia, de ojos azules o verdes, niña que puede verse en las iglesias de todo el mundo. ¿ Podría parecerse tanto María a una colegiala católica occidental? Yo la pinté como la mujer semítica que fue, morena, de pelo oscuro y revuelto, fuerte y robusta, capaz de realizar el arduo viaje de tres días a pié y en burro desde Nazaret a Belén en los últimos días de embarazo.

La luna representa los Cuernos de Isis. María es pintada desnuda, pues el Génesis revela que aquellos libres de pecado no son conscientes de la desnudez ... Adán y Eva se vistieron sólo después de haber probado la fruta del Arbol del Conocimiento que les hizo ver que estaban desnudos. En consecuencia, los retratos reales de María como Inmaculada deben, de acuerdo a la Biblia, y si no nos dejamos influir por nuestras propias ideas culturales, mostrarla desnuda. Lejos de irreligioso, mi intención fue, de esta forma, rendir mi más alto homenaje a María.

Las contradicciones abundan en lo más profundo e íntimo de nuestras creencias sagradas. Estereotipos culturales impregnan esas creencias. Mi obra es una búsqueda de la fé personal, individual, y una muestra de confianza en nuestra capacidad para superar estas contradicciones y estereotipos para alcanzar mayor comprensión y coherencia que debemos a nuestra historia pasada y sus creencias, y más allá, comprendernos a nosotros mismos, y alcanzar la calma y la paz que el conocimiento siempre nos brinda.

© Copyright 1998 Patricia Jane St. John Danko

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